domingo, 3 de agosto de 2014

De morder va la cosa...

A la gente le gusta dar lecciones. Sí, lecciones. Pecan de soberbia intentando enseñar a otros cuan equivocados están en sus acciones y no se dan cuenta de que critican lo mismo que ellos hacen. Hipocresía lo llamo yo. Pero no los culpo, pues no saben de qué otra manera llamar tu atención. Las personas somos simples y nos gusta morder la mano de quien nos da de comer, o al menos, nos hace sentir realizados con nosotros mismos. Me incluyo, ya que, yo misma seguro alguna vez he herido a alguien aun sabiendo que no llevaba razón, pero el vano placer de saber que la otra persona también está sintiendo lo que tú o una mínima parte, te da consuelo. Ruin, ¿verdad? Pero hay personas que lo practican siempre que pueden; autodestrucción lo llamo yo. Hacer sentir mal a las personas que te importan sólo es el inicio de un largo camino de destrucción de ti mismo. El problema es cuando hay más de una persona en tu vida en ese camino de autodestrucción, ¿qué hacer? Lo más sencillo sería salir huyendo y dejarla tirada pero...¿No te haría un individuo igual de deleznable? Las personas no somos abnegadas de por vida, no tenemos ese altruismo genuino por siempre. Tampoco quienes atacan lo hacen sin una motivación; la desconfianza es una mala amante.

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