domingo, 5 de mayo de 2013

Me alegra haberte conocido antes de que te fueras para siempre.

Venimos al mundo sin pedirlo. Nadie nos pregunta si queremos vivir la vida. Se nos impone sin más. Durante ella crecemos, tropezamos, caemos, nos levantamos, amamos, sufrimos por amor o simplemente nos quedamos a las puertas de vivirlo...Pero una cosa está clara: luchamos. Qué es la felicidad sino la meta que conseguimos después de los malos tragos que nos hace pasar la vida que decidimos vivir. Por eso, cuando llega el momento de partir se nos hace a unos más que a otros un nudo en la garganta, pero al menos, antes de irnos, sabemos que hemos vivido hasta el límite de nuestras posibilidades y ésta, la muerte, no es más que el siguiente escenario, un escenario aceptado y esperado. Una obra de teatro en la que no habrá fin para nuestros sueños.
Ésta es mi forma de rendir mi adiós a una persona a la que he querido sin saberlo, tan sólo conociéndola de apenas dos conversaciones por teléfono. Dos conversaciones en las que vi más humanidad y sincera preocupación por mí que en miles compartidas durante años con cientos de personas. Me consuela haber sido partícipe del cumplimiento de uno de sus deseos...Esa simple moneda que compré en Roma y rocé sobre el suelo de la plaza de San Pedro.
Espero que dónde quiera que estés, ya sea en el espacio, el cielo o en otro mundo puedas reunirte pronto con el amor de tu vida.
Te quiere, Nani.