miércoles, 17 de abril de 2013

Novela indefinida


Prefacio
Cuentan los caprichos de la tierra que no muy atrás en el tiempo, las voces de la noche dominaban todo acre de suelo, ansiaban la vida de sus lares pues ellos no tenían más que ánima en su interior. Y se preguntaran ustedes qué podría importar la vida, si ya poseer alma era cosa importante. Sí, viajaban a menester propio pero no podían gozar de los placeres corporales y mundanos. Iban y venían como soldado sin patria, como saeta sin diana, como río sin agua, como espada sin víctima…
Una mañana bañada por el rocío una hermosa joven disfrutaba  de un paseo por un frondoso bosque. Cantaba una alegre melodía al compás de los ruiseñores a la vez que mecía su espesa y oscura melena al caminar. Como si de una ráfaga de aire se tratara una masa de humo negro se le metió en el pecho, dejando sin expresión su mirada…
-Esposa mía, ¿por qué marchas de mi lado y de nuestros hijos tan repentinamente? ¿Qué os pasa?
-Dejadme ya de una vez…No quiero seguir más bajo este techo. Cometí un error casándome contigo- dijo la mujer de cabello oscuro a su mirada con un gesto de indisimulado desprecio. Dicho esto, salió del hogar más que con lo puesto.
-¡Por fin tengo cuerpo propio!-gritó con desgarro.
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