martes, 17 de septiembre de 2013

"Si nosotros ardemos, tú arderás con nosotros".

Desde que terminé la trilogía de Los juegos del hambre, he tenido ganas de hablar o escribir acerca del tema. Más de hablar, pero siempre había un amigo rezagado que no había leído Sinsajo. El porqué de ello, es que estos libros me han dado la clave a mi pensamiento sobre temas bastantes trascendentales y cotidianos en mi vida. Y hablo de la guerra en España.
España, del año 1931 al 1939 tuvo una II República legítima que gobernó hasta que se produjo un golpe de estado en 1939 por el general Casado que dio paso al bando sublevado, dirigido por Francisco Franco. Todo esto es historia de España. Información que cualquier persona conoce. Pues bien, como todos sabemos, España afrontó una dura Guerra Civil. Y digo dura por no decir cruenta y sin escrúpulos, pues más allá de los bandos y las ideologías que encabezasen, lucharon hermanos contra hermanos, sangre con sangre. Una guerra que bien podría haberse evitado o eso quiero pensar yo, si se hubiese seguido el camino de la democracia y del voto. Y no un golpe de estado militar.
Pero, ¿qué tiene que ver ésto con un libro de ficción? ¿A dónde quiero llegar? A la primera pregunta diré que mucho y a la segunda, al corazón del asunto.
Los juegos del hambre narran a fin de cuentas una dictadura, el cómo un jefe de estado tiene reprimido a un pueblo, mientras en la capital (Capitolio) viven el resto entre algodones, desconociendo o no queriendo ver lo que ocurre con sus coetáneos. A medida que va evolucionando la historia se ve cómo se va fraguando una revolución a través de la figura de una muchacha del pueblo, que ha sido la nota discordante que ha resquebrajado el "equilibrio" impuesto en esta sociedad. En Sinsajo, estalla la revolución de los rebeldes contra la dictadura, clamando libertad.
Hasta ahí todos podríamos pensar: "¡Qué bien!", "¡Viva la revolución!" o "Tiene lógica".  Pero la autora le da un giro que podemos intuir pero que muchas veces enterramos y no queremos ver, pues es más fácil ver todo de un color u otro. Me refiero, a cómo los que eran los "libertadores", "reprimidos", "maltratados" y un largo etc. pasan a ser tan monstruos como los que los habían tenido bajo su yugo. Los rebeldes, no todos, empiezan a ser igual que aquellos a los que un día servían como esclavos.
Como  ávidos lectores que sois, sabréis que el libro termina con Katniss un poco trastocada, pero es lógico. Ella era una muchacha que salía duramente adelante con su familia y que pensaba que el Capitolio debía desaparecer, pero jamás deseó convertirse en un monstruo como aquel que tanto los hacía sufrir.
Es ahora cuando puedo comparar a España con esta novela. Es cierto que el bando republicano fue arrebatado del poder y que el franquismo cometió grandes injusticias contra el pueblo y el trabajador humilde, que asesinó y acribilló creyéndose en el derecho de hacerlo, pero...El bando republicano en muchos puntos cayó en el nivel al que cayeron los rebeldes en Los juegos del hambre. Y al final, no sabemos bien quién es el vencedor ni quién el vencido, si el que se queda o el que muere.
Ésta es mi visión de la guerra, que no de las ideologías. Pues yo, como es lógico (o al menos a mi parecer) creo que lo más acertado sería vivir en una democracia social liberal y creo que el ideal republicano es acertado también. Lo que jamás debe casar es la imposición a la fuerza de una ideología como pasó con el golpe de estado, ni tampoco que para repeler a este autoritarismo se empleasen en muchas situaciones, la misma violencia exacerbada. Pues, entre esa gente afín a los regímenes dictatoriales, también hay buenas personas como también hay malas personas o radicales extremos en los bandos liberales.


Mis ideas son unas, pero mi corazón no puede matar por ello.







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